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El duelo

El duelo

Si hay algo que nos sacude la vida es la pérdida. Normalmente de alguien querido, pero también de lugares, proyectos, salud, etc. Esta sacudida nos puede ayudar a crecer, en tanto que seremos más capaces de aceptar las cosas como vienen, y a la vez de valorar más y por tanto vivir más presentes cada momento. Pero también nos puede dejar atascados en un pasado que no va a volver o huyendo eternamente del dolor como pollo sin cabeza.

Llevo años interesada en los procesos de duelo. Si te interesa profundizar te invito a conocer a Jose González, como persona es un encanto, un tío cercano y divertido y además es el mayor experto en duelo que conozco. Creo que ha sacado o está a punto de sacar un libro y en su página web hay distintas formaciones que recomiendo encarecidamente.

A continuación os dejo un cortometraje de animación que trata el tema de la muerte, simpático, y después del corto comparto ciertas nociones básicas que pueden ayudar a la hora de afrontar un duelo, ya sea para superarlo o para acompañar a otra persona.

Nociones que nos ayudan a superar la pérdida.

  • El objetivo debe ser muy humilde ir paso a paso, ver cómo puedes estar un poco menos mal. Y así, pasito a pasito, pasas del «menos mal» a «algo soportable» de ahí al «a veces hasta paso un rato agradable», «empiezo a disfrutar de ciertas cosas»… Si te pones expectativas demasiado ambiciosas puedes frustrarte y añadir sufrimiento y culpa por no ser capaz de sentirte bien, de ser el o la que eras. Paso a paso te respetas, paso a paso te permites digerirlo, paso a paso te cuidas mientras avanzas.
  • Nuestras relaciones cambian. Aceptemos eso. Ante una pérdida las personas que creíamos iban a estar cerca pueden no estarlo, pueden estar gestionando los cambios a su manera, es normal. Sin embargo probablemente haya otras con las que no contábamos. Para vivir en paz este proceso y no añadir sufrimiento, no luchemos contra esto, no pretendamos que nuestros seres queridos estén para nosotros como y cuando lo necesitemos. Nos podemos enriquecer con el apoyo de quien está en condiciones para ofrecerlo.
  • Expresión emocional. Durante el proceso de duelo es fundamental aceptar nuestras emociones, sean las que sean (rabia, tristeza, culpa, ira, alivio…) darnos permiso para sentir lo que sea que estemos sintiendo. Sin juzgarnos. Da igual si esperábamos estar tristes y estamos cabreados o si sentimos alivio y nos sentimos fatal por ello. Todas las emociones son válidas. Todas. Y lo que más ayuda es expresarlas. Hablar con amigos, familiares, compañeros, terapeutas. Desahogarnos en un diario, escribir una carta a la persona o aquello perdido con todo lo que no pudimos decir o valorar en su momento. Asistir a grupos de encuentro de personas que estén pasando por lo mismo. Pintar cuadros, escribir poemas, golpear un saco de boxeo… lo que sea que nos ayude a sacar, a vomitar lo que llevamos dentro. (*Importante, A veces las personas no pueden sostener las emociones y en seguida tratan de rescatarnos «no llores, a fulanito no le gustaría verte así», «no es para tanto», «no es tu culpa, no podías hacer nada», «no te pongas así, tienes que relajarte»… si tenemos confianza viene bien decir a nuestra gente: «lo que necesito de ti ahora mismo es que me escuches, no que trates de cambiar lo que siento»)
  • Aceptación del dolor. Por más que intentemos esconderlo, las pérdidas duelen, generan emociones desagradables e incómodas y no hay manera de volver a «lo de antes». Jose González nos hablaba de la metáfora del túnel, sólo hay un modo de salir de él: atravesándolo, aceptando la oscuridad para acercarnos gradualmente a la luz. El que no entra en el túnel, el que trata de volver atrás, el que elude el itinerario necesario para reentrar en la vida, pospone y prolonga el dolor.
  • Salir y entrar. Muchas veces no sabemos si debemos salir y distraernos o quedarnos en casa con una manta, nuestros recuerdos y nuestro vacío. Si nos distraemos mucho igual estamos huyendo de lo que nos sucede por dentro y no vamos a poder procesar el duelo de manera sana. Pero si nos encerramos en nuestra pérdida demasiado tiempo corremos el riesgo de aislarnos y lo cierto es que necesitamos reconectar con la vida para superar el duelo. La solución, por tanto: hacer las dos cosas, como un péndulo que se moviera de dentro a afuera, saber estar con nosotros mismos y salir y distraernos con los demás, saber conectar con la pérdida  y saber desconectar de ella.
  • Atender los problemas y situaciones que derivan de la pérdida. Es muy posible que nos encontremos con un panorama nuevo y que tengamos que atender a cuestiones prácticas: qué hacer con las pertenencias, papeleos, seguros, organización del hogar, mascotas… Si no nos sentimos con fuerzas para afrontar estas situaciones podemos darnos un tiempo, el que necesitemos, o delegar en personas de confianza, pero antes o después es sano que empecemos a tomar las riendas de nuestra vida y comencemos a tomar decisiones.
Las rupturas duelen.

Las rupturas duelen.

Tanto es así que a veces preferimos mantener una relación sin amor o incluso una en la que sufrimos, por no enfrentarnos al impacto que tendría una separación en nuestras vidas.

Los españoles, además, tenemos un puntito melodramático, los latinos en general, “sin ti no soy nada”, “si tú no estás aquí me quema el aire”, “me estoy ahogando sin tu amor”… Nos criamos con historias, telenovelas, canciones tremendamente trágicas y tristes y con la idea de un único amor, una media naranja irremplazable sin la que no podemos seguir viviendo, no hablemos ya de ser medianamente feliz. Y eso cala. En parte está todo bien, cantamos, nos emocionamos y comentamos las rupturas ajenas que nos atraen como atraen los accidentes en la carretera. El problema viene cuando nos toca atravesar la ruptura, ahí ya no está tan bien haber mamado esa idea trágica del amor. No tenemos modelos sanos para afrontar la situación. No necesariamente sufrimos por pasionales, también puede ser que queramos ser tan civilizados y tan equilibrados que no demos espacio a sentir, a llorar nuestra pérdida, y también hay que saber romperse.

¿A dónde quiero llegar? pues a que estamos un poco perdidos en el desamor, no somos prácticos y muchas veces perdemos una oportunidad de oro para aprender de nosotros mismos. Al fin y al cabo, la única persona con la que vamos a tener que convivir sí o sí toda la vida, somos nosotros.

La ruptura es una gran maestra… con la actitud adecuada. Si no estamos atentos es muy fácil caer en reproches, culpas, preguntas sin respuesta, excesos o enfrentamientos de todo tipo que potencian y generan sufrimiento.

Las separaciones reabren y remueven heridas profundas que sentimos en las entrañas. Es una época estresante, de muchos cambios. Normalmente hay que tomar decisiones importantes. Y, en cualquier caso, una vez nos estabilizamos por fuera (casa, trabajo, hijos, perros, cosas) entonces, empezamos a sentir la pérdida. De la vida que soñábamos. De la persona que queríamos (la real o la que nos empeñábamos en ver, lo mismo da). Comienza el duelo.

Teniendo en cuenta este popurrí lo normal es pasar una época difícil, por no decir bastante cabrona. Y nos podemos atascar en ella.

¿Para qué te puede ayudar una terapia?

maestro-de-karate (1)  Para dar salida a la rabia sin daños colaterales.

medicina  Para aprender a convivir con un dolor en ocasiones muy intenso, recordar que puedes con él y comprobar que es pasajero.

flechas-de-bucle  Para no repetir las mismas historias aprendiendo cómo te relacionas.

Esto es interesante, dejarás de culpar a la mala suerte y empezarás a entender tu papel en la historia.  Darte cuenta de tu tendencia a hacer de niño pequeño o de mamá/papá, de tu tendencia a despertar admiración o dar pena, si tiendes a controlar y manejar o a dejarte llevar por el otro, si tiendes a tragar y tragar hasta que un día explotas o eres más de quejarte por todo, si tiendes a desconfiar o a mirar a otro lado ante los problemas… Revisando estas tendencias puedes evitar encajar con el mismo tipo de personas, las que se complementan con tu manera de relacionarte.

mano-de-nino-sobre-la-mano-de-un-adulto  Para reconocer tus heridas más profundas

Falta de cariño, reconocimiento o seguridad, exceso de culpa o exigencia o una sobreprotección que te hizo creer que eras débil y el mundo peligroso… Si aprendes a cuidarte y satisfacerte o si al menos eres consciente de estas heridas, no te lanzarás a buscar lo que te falta en relaciones que no te hacen feliz, a cualquier precio.

pareja-de-hombres  Para tener una buena relación, en su caso, con el padre o la madre de tus hijos.

Igual no es lo que más te apetece, igual lo que quieres es que se joda, o no volver a saber de él/ella, pero resulta que él/ella es el padre/la madre de tus hijos y ellos se merecen todo el esfuerzo del mundo, se merecen unos padres que a pesar de las diferencias aprenden a dejar atrás, o a un lado, el resentimiento y pasan a formar un equipo en su crianza y educación. Se merecen un buen modelo, aunque cueste.

diagrama  Para reforzar otras áreas de tu vida.

Si te has centrado mucho en tu pareja es posible que hayas descuidado otras facetas de tu vida y es importante recuperarlas: amigos, estudios, hacer cosas que te divierten, religión/espiritualidad si la sientes, familia, proyecto profesional, estar en forma, tu economía, antiguos sueños que aun te hacen vibrar, disfrutar del sexo (sí, a veces en pareja es lo que más se descuida…), etc.

Con esto no quiero decir que sea imprescindible hacer terapia, sino que es posible que te atasques y no consigas pasar página. En ese caso sí te recomiendo que pidas ayuda.

Cierra ese capítulo y empieza uno nuevo como a ti te gusta.